martes, 24 de abril de 2012

EL PASTOR DE MONTALTO


EL PASTOR DE MONTALTO
Se llamaba Félix Peretti y procedía de una humilde familia de hortelanos. En su infancia, antes de ingresar en la Orden franciscana, había desempeñado el oficio de pastor. Luego, por méritos y aprovechamiento, le serían confiados relevantes cargos, hasta alcanzar ya en avanzada edad el cardenalato.

A la muerte de Gregorio XIII, Peretti era un anciano de aspecto achacoso y quebradizo. La cabeza se le derrumbaba sobre el pecho y debía sostenerse con el auxilio de una muleta.

Convocado el cónclave, los miembros del Sacro Colegio se hallaban tan divididos en sus particulares propósitos de elección que en el último instante, como solución transitoria, acordaron elegir pontífice al decrépito "pastor de Mon-talto" —así se le llamaba — , cuyos días, a todas luces, estaban contados. Pero sucedió que no bien concluido el escrutinio y proclamada la elección, el decrépito Peretti, convertido ya en Sixto V, arrojó la muleta, enderezó la figura y con voz firme y tonante rompió a cantar el Te Deum.

Los cardenales, estupefactos, negábanse a creer lo que veían. Y cuando el de Médicis, en su turno de parabién protocolario, expresó al nuevo Papa su asombro por el repentino cambio experimentado, Peretti repuso con viveza:

No os asombréis. Hasta hoy he andado encorvado para buscar mejor las llaves de la tierra. 
Ahora, que las he hallado, miro a lo alto para buscar la cerradura de la puerta del Cielo.

Contra todo pronóstico, aquel pontificado iba a durar cinco años. Y lo que es más: vendría señalado por una serie de notabilísimos aciertos tanto para el orden interno de la Iglesia como para el bien temporal de los Estados Pontificios.

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