EL LIRIO DE LOS MOKAWKS |
Un reputado jefe piel roja de la
tribu de los Mokawks raptó una vez, en acción de guerra, a una india
algonquina que profesaba la fe cristiana.
De aquella unión nació Kateri,
delicada criatura a quien su madre habría de instruir secretamente en los
principios de la religión católica.
No era aún más que una niña cuando
falleció su madre. Entonces, resuelta a preservar a toda costa las creencias
adquiridas, la pequeña Kateri se escapó de la tribu, y después de hacer un
penoso recorrido en solitario a través de cumbres y valles, consiguió llegar
hasta la misión de San Francisco Javier, en Sault, donde aquel día, el 1 8 de
abril de 1676, contando apenas 18 años,
recibió el bautismo de manos del Padre Lamberville.
A partir de entonces Kateri
se consagró por entero a la vida de piedad, edificando con su ejemplo a no
pocas indias del poblado, en unión de las cuales acabaría por instituir, a su
modo, una especie de beaterío regido en lo esencial por los principios
evangélicos.
Por su dulzura y acendrada piedad, Kateri mereció ser llamada "el lirio
de los Mokawks", y cuando cuatro años después, durante la Semana Santa,
dejó de existir, como ya se había vaticinado, la fama de sus virtudes se
extendía a todo el país.
Por ello, en 1 854, el Concilio Plenario de Baltimore suplicó a Roma la causa de beatificación, y el día 3 de enero de 1943 Kateri Tekakwitha fue proclamada venerable, en espera de su elevación a los altares como primera santa de estirpe india.
Por ello, en 1 854, el Concilio Plenario de Baltimore suplicó a Roma la causa de beatificación, y el día 3 de enero de 1943 Kateri Tekakwitha fue proclamada venerable, en espera de su elevación a los altares como primera santa de estirpe india.
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