MERINO, EL REGICIDA |
Tras un instante de estupefacción, los guardias y la gente se precipitaron sobre el regicida y le redujeron en el acto.
— ¡Ya tiene bastante! —exclamó Merino con exaltación.
Pero se equivocaba. Mal dirigida, la puñalada no afectó ningún órgano vital de la soberana, que se repondría en seguida.
— ¡Ya tiene bastante! —exclamó Merino con exaltación.
Pero se equivocaba. Mal dirigida, la puñalada no afectó ningún órgano vital de la soberana, que se repondría en seguida.
Merino, empero, fue sometido a juicio sumarísimo y condenado a la última pena. Cuando en el curso del interrogatorio se le preguntó si tenía cómplices, respondió con orgulloso desdén:
— ¿Cómplices? ¡En España no hay dos hombres como yo!
Se dispuso la inmediata degradación canónica del reo, y cinco días después era ajusticiado públicamente a garrote.
Se dispuso la inmediata degradación canónica del reo, y cinco días después era ajusticiado públicamente a garrote.
No hay comentarios:
Publicar un comentario