lunes, 30 de enero de 2012

DIGNIDAD DE REY


DIGNIDAD DE REY
Carlos I de Inglaterra era un rey culto y bondadoso, pero absolutista convencido. Por tres veces, en cuatro años, habría de disolver el Parlamento y sólo ante los apremios hacendísticos del Estado cedió, una y otra vez, a reabrirlo. Pero los partidarios de la representación nacional, que encabezaba Oliverio Cromwell, exigían el restablecimiento pleno de las antiguas libertades parlamentarias. Carlos aparentó complacerlos, pero en secreto escribió a la reina de Escocia: "No te inquieten las concesiones que haga; a su tiempo, sabré cómo tratar a estos bribones. En vez de una liga de seda (aludía a la Jarretera), les daré una soga de cáñamo".

Pero, de hecho, debía atender a dos frentes de rebeldía: el escocés y el irlandés. En vista de lo cual, tras pretender en vano apresar a los cabecillas de la rebelión, intentó, también sin éxito, el golpe de Estado. Con ello desencadenó la guerra civil, y Cromwell, que acaudillaba a los rebeldes republicanos, acabó por derrotarlo en la batalla de Marston-Moor. Sometido a juicio ante la Asamblea, fue condenado por traición a morir bajo el hacha del verdugo.
Pero ni siquiera en aquellos postreros instantes se descompuso la dignidad del monarca. Cuando se vestía para salir hacia el cadalso, como los carceleros extrañasen que se pusiese dos camisas, explicó:

— La muerte no me asusta, mas si por acaso llegase a temblar de frío, no quiero que crean mis enemigos que tiemblo de miedo.
El patíbulo se alzaba ante el palacio real de Whitehall y sobre el pórtico del mismo CromweII había hecho fijar este insultante cartel: "Casa en alquiler". Antes de que el hacha del verdugo se abatiese sobre el cuello del monarca, éste, vuelto hacia el pueblo, gritó aún con arrogancia:
— ¡Remember...! (Acuérdate).

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