viernes, 20 de enero de 2012

EL ARCA DE NOÉ



EL ARCA DE NOÉ
Toma, y ahora no vayas a gastártelo en pan.

Palabras de Santiago Rusiñol a un borrachín, de roja nariz, que acababa de pedirle limosna.

Afamado pintor de jardines, Rusiñol era un bromista visceral, cuyo buen humor habría de derramarse no sólo en el teatro, en la novela y en la Prensa, sino en la vida diaria. Gastrónomo, bohemio, animador incansable de una famosa tertulia barcelonesa, E/s Quatre Gats, el 20 de enero de 1929 se le ocurrió crear una divertida sociedad en la que todos los miembros ostentasen, como él, apellidos de animal. Así nació aquel día "El Arca de Noé", verdadero zoo humano donde los "Ardilla", "Palomo", "Tordo"... coexistían alegremente con los "Culebra", "Toro", "Cuervo", "Emperador"...

Rusiñol era un alegre gozador de la vida. Noctámbulo incorregible, solía acostarse con las claras del día, y cuando alguien, con ánimo de afearle aquel hábito, le' dijo una vez; "Si usted supiera, don Santiago, lo que es una salida de sol...!", respondió al punto:

¡Valiente novedad! Eso lo veo yo todos los días cuando me voy a la cama.

Hombre de ancha popularidad, cuando caía enfermo la casa se le llenaba de gente interesada por su restablecimiento.

Está visto —declaraba — . Tengo más éxito como enfermo que como sano.
Por los años finales se quejaba de reuma. En especial, de una de las piernas, para la que no hallaba remedio.

No es el reuma, don Santiago —le dijeron, en chanza, una vez — ; son los años.

— ¡Los años, los años! ¡Qué manía! ¿Es que acaso la otra pierna no tiene la misma edad?


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