viernes, 8 de enero de 2010

EL NUEVO TRAJE DEL REY EMPERADOR

EL NUEVO TRAJE DEL REY EMPERADOR
Por aquellos tiempos vivía un Rey que sólo se preocupaba por ir bien vestido.

Nada tenía tanta importancia para él como un traje nuevo, y se pasaba el día contemplando su guardarropa.

Un día Guido y Luiggi Farabutto (dos estafadores tramposos e inteligentes) conociendo la debilidad del monarca

Fingiéndose tejedores, aseguraron al rey que tenían una tela cómoda y sofisticada que no sólo tenía un tacto tan suave que daba la sensación de no tener nada encima sino que, era invisible para los necios y  los bobos.
El Rey quedó encantado. No sólo tendría un traje excepcional, sino que también podría saber si sus cortesanos eran inteligentes y aptos para su trabajo.
 
Los falsos tejedores pidieron al rey gran cantidad de oro, plata, seda y piedras preciosas. Luego guardaron todas estas riquezas en sus alforjas y fingieron ponerse a trabajar en telares vacíos.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el Rey envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma..
Muchos cortesanos fueron desfilando ante los telares vacíos y todos hicieron lo mismo que sus ministros u hombres de confianza.

Al fin, el emperador fue a ver la tela de la que todos decían maravillas

Pero, claro, la tela resultó tan invisible para él como para todos los demás. El rey, muy preocupado, pensó:
“No veo nada y eso quiere decir que soy tonto o que no sirvo para emperador. Sería catastrófico si alguien se enterara de que no veo la tela

Llegó el día de la fiesta nacional, momento en el que el emperador tendría que estrenar el traje, los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo pero cuando el coro de alabanzas era mayor se oyó la voz de un niño que decía


-¡Pero si va desnudo! ¡El Rey va desnudo!

La gente empezó a cuchichear la frase, entre el público empezaron a oírse risas.

Algunos decían:

-¡Es verdad, va desnudo!

hasta que toda la multitud gritó que el Rey iba desnudo. El Rey lo escuchó y supo que tenían razón, descubrió entonces que había sido engañado, pero levantó la cabeza siguió majestuosamente su camino y terminó el desfile.

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