jueves, 7 de enero de 2010

LA CENICIENTA

LA CENICIENTA
Era el tiempo de las Hadas y cuentan que:

Hubo una vez una joven muy bella y cuya belleza nadie podía ver, Pues porque desde niña le gustaba dormir cerca de la chimenea y toda ella quedaba cubierta de ceniza de ahí su nombre CENICIENTA, huérfana de madre su padre había vuelto a casarse y ahora vivía con madrastra, una viuda impertinente con dos hijas a cual más fea, y la obligaban hacer los trabajos más duros de la casa.

Como el papá de la Cenicienta debía viajar casi siempre, ella trató de relacionarse con sus nuevos parientes y recibió un trato déspota de la madre y sus hijas tratandola como una esclava  incluso la alimentaban mal.

Un día el Rey de aquel país anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todas las jóvenes casaderas del reino.

- Tú Cenicienta, no irás -dijo la madrastra-. Te quedarás en casa fregando el suelo y preparando la cena para cuando volvamos.

Ellas sabían que no eran tan hermosas y sí algo mayores, y por eso trataban de molestar a la Cenicienta:

"Como tú no eres bella - le dijeron - y no tienes vestido, no irás a la fiesta, pero coserás nuestros vestidos".
Y la Cenicienta trabajó día y noche, complaciendo a sus vanidosas hermanastras.

Llegó el día del baile y Cenicienta vió tristemente ir a sus hermanastras hacia el Palacio Real. Cuando se encontró sola en la cocina no pudo reprimir sus sollozos.

- ¿Por qué seré tan desgraciada? si tuviera a mamá o a mi Hada, también yo estaría en la fiesta -exclamó-. justo cuando de un resplandor surgió su preciosa Hada.

- No te preocupes -exclamó el Hada-. "Tus deseos serán realidad", pero con una condición, que cuando el reloj de Palacio dé las doce campanadas tendrás que regresar sin falta.

Y tocándola con su varita mágica la transformó, la Cenicienta lució vestida como una reina. Al gato y al ratón, el Hada los convirtió en un lujoso carruaje


Al partir, su Hada le advirtió: ''A las doce acabará el encanto y debes volver".

La llegada de Cenicienta al Palacio fué todo un suceso, el príncipe dejó a todas por bailar con ella toda la noche. Sus hermanastras no la reconocieron y se preguntaban quién sería aquella joven.
Cenicienta pletórica de felicidad y el príncipe subyugado con su belleza le iva a declarar su amor cuando el reloj de Palacio dio las doce. - ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -exclamó-.

Como una exhalación atravesó el salón y bajó la escalinata perdiendo en su huída un zapato, que el Rey recogió asombrado. y ella corrió aprisa, bajó las escaleras y tropezó  perdiendo su zapatito.
El príncipe trató de seguirla pero fue inútil. Y el rey al ver que su hijo sufría ideó un plan para encontrar a la bella joven. Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato. Envió a sus heraldos a recorrer todo el Reino. Las doncellas se lo probaban en vano, pues no había ni una a quien le fuera bien el zapatito.
Y llegaron a casa de la Cenicienta. Las hermanas creyeron ser las elegidas, pero sus pies eran grandes y toscos. Ya se marchaban cuando alguien miró a la belleza ceniza y le alcanzó el zapatito: ¡Era ella! Llegó el príncipe, pidió su mano, se casaron y fue la más bella y feliz de las princesas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario