miércoles, 6 de enero de 2010

CUENTO DE MAMA LUNA

CUENTO DE MAMA LUNA
Había un lobezno que hacía tiempo vagaba solo sin padre ni madre. La Luna lo llevaba observando varias noches, habló con el Sol  y decidieron que cuidarían del pequeño. Durante el día el cachorro se quedaba con  papá Sol y cuando este caía, aparecía  mamá Luna, lo cuidaba y velaba sus sueños.
 
Pasaron mucho tiempo juntos, por la mañana papá sol lo despertaba acariciándolo con pequeños rayitos, luego le iba indicando los lugares donde encontrar comida y cuando se iba a meter en problemas, le quemaba para apartarlo de los peligros. Por las tardes el Sol y la Luna se encontraban, comentaban lo que habían hecho con el lobito y lo arrullaban en la siesta. Por las noches mamá Luna le enseñó a cantar y a llamarla para cuando la necesitará, así es como el lobito aprendió a subir a la colina para llamar a mamá Luna. También subía el nivel del agua del lago para que el lobito tomara un baño refréscate y durmiera bien.

El lobito aprendió que cuando mamá estaba creciente, era porque estaba  contenta, era la su sonrisa que solo ella podía ofrecerle. Pero cuando se portaba mal, la Luna se enfadaba y se ponía menguante, hasta que Lobito se diera cuenta de lo que había hecho y aprendiera la lección, entonces de nuevo  creciente y los dos reían de nuevo. Si el lobito se ponía malo la Luna se hacia nueva, esperando que la enfermedad pasara y su bebe se curará. Y  cuando al fin, al lobito le entraba sueño, la se subía encima de mamá Luna y esta lo mecía.

Los tres estaban muy contentos y el Sol y la Luna eran felices viendo como el cachorro crecía. Un día el Sol le dijo a la luna que al sur había visto a la familia del lobo. Esto les puso triste  ya que nunca habían tenido un hijo y habían adoptado al lobezno como tal. Les dolía tener que separarse de él. Pero entendían que por mucho que lo cuidaran y lo quisieran no podrían sustituir a su verdadera familia. Así que un día, en ese momento en el que la Luna y el Sol están juntos, guiaron al lobito con sus verdaderos padres, este al reconocerlos salió corriendo hacia ellos muy contento de volverlos a ver y el Sol y la Luna se alejaron sabiendo de la felicidad de su hijo.
 
A la noche siguiente el lobito subió a la colina y empezó a aullar llamando a su mama Luna, como ella le había enseñado, la llamaba y cantaba para ella, contándole así lo que había hecho ese día y lo feliz que se sentía al reencontrarse con su familia, aunque ellos siempre serían mamá Luna y papá Sol. Cada noche durante el resto de su vida subía y aullando le contaba a la Luna como le iba y todo lo que le pasaba. Fue enseñando al resto de cachorros a llamarla y cuando se convirtió en un lobo adulto, enseñó a sus hijos y a las nuevas camadas que nacían en la manada.

Sol y Luna se pusieron muy contentos, por que no habían perdido  a un hijo como pensaban, si no que  habían encontrado a cientos,  que generación tras generación aprendían  a llamar de un aullido a mamá Luna.

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