GRANDEZA DE REY |
Ricardo I de Inglaterra,
"Corazón de León", era un rey caballeroso, de ánimo esforzado y
fáciles donaires. Había participado con éxito en la Tercera Cruzada, pero
apremiado por la noticia de que su hermano Juan Sin Tierra conspiraba para
arrebatarle la corona, tuvo que firmar una tregua de tres años con el Gran
Saladino y volver a Inglaterra.
Restablecida la autoridad en la isla, pasó
a Francia para recobrar los dominios que le habían sido arrebatados por Felipe II
Augusto.
No andaba Ricardo sobrado de recursos, y al saber que en el castillo de
Chá-lus, feudo de su enemigo el vizconde de Limoges, había aparecido un
importante tesoro, resolvió apoderarse de aquella fortaleza. Pero a punto de
consumarse el asalto, una flecha disparada desde los adarves del castillo vino a
herirle mortal-mente. Recogido a escape, se le trasladó a una tienda vecina.
Aún vivía cuando su fiel ayudante, Marcadeo, entró en la tienda para
anunciarle la toma del castillo.
— Señor —añadió — , mantengo vivo el arquero que os ha herido para que vos dispongáis el castigo que merece.
— Traedlo a mi presencia —ordenó el monarca.
Cuando lo tuvo delante, preguntó:
— Dime, ¿por qué me has matado?
— Porque vuestros hombres —respondió el arquero— habían aniquilado antes a toda mi familia. Ahora están vengados y sufriré gustoso cualquier suplicio.
— Señor —añadió — , mantengo vivo el arquero que os ha herido para que vos dispongáis el castigo que merece.
— Traedlo a mi presencia —ordenó el monarca.
Cuando lo tuvo delante, preguntó:
— Dime, ¿por qué me has matado?
— Porque vuestros hombres —respondió el arquero— habían aniquilado antes a toda mi familia. Ahora están vengados y sufriré gustoso cualquier suplicio.
Los presentes intentaron castigar al insolente,
pero Ricardo los contuvo con un gesto y dijo al arquero:
— No os guardo
rencor y deseo dejaros libre — . Vuelto hacia el caballero de Vaux, añadió
aún: —Amigo mío, entregad a este hombre cien chelines.
— ¡Pero señor...!
— Haced lo que os ordeno. Instantes después, el caballeroso Ricardo dejaba de existir.
— Haced lo que os ordeno. Instantes después, el caballeroso Ricardo dejaba de existir.
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