viernes, 2 de marzo de 2012

LEÓN XIII, EL PAPA DEL HUMOR


LEÓN XIII, EL PAPA DEL HUMOR
La humilde localidad italiana de Carpi-neto saludó aquel día el nacimiento de un niño llamado a los más altos destinos. Era Joaquín Pecci, el futuro León XIII. Próximo a iniciar sus estudios en el Colegio Romano, la madre le había dado tres alfileres.

— El primero —le dijo — , ponió en tu bolsa para no gastar sino lo necesario; el segundo, en tu boca, para no hablar nunca en exceso; el tercero en tu pecho, para cerrar el corazón a toda impureza o deshonor.

Así procedería siempre Joaquín a lo largo de su dilatada y fecundísima existencia. Cuando, joven aún, desempeñaba la Nunciatura de Bruselas, cierto diplomático travieso, que conocía el gusto de Pecci por el rapé, le ofreció una ca-jita en cuya tapa aparecía una mujer desnuda. Monseñor, sin decir nada, aceptó el obsequio. Pero como al poco tiempo se repitiese el ofrecimiento, el nuncio, al devolverle la caja, dijo lacónicamente señalando a la mujer de la caja:

— ¿Es su esposa?

Ya era Papa, y en edad avanzada, cuando una vez el médico que le atendía le prescribió unas pastillas para la tos, recomendándole además que en las audiencias hablase lo menos posible. El Pontífice prometió atenerse en todo a aquellas prescripciones, mas como no lo hiciese así, el médico comenzó por su parte a toser discretamente para llamar la atención del Santo Padre.

Concluida la audiencia, éste se dirigió sonriente al facultativo y le dijo en son de chanza:

— Le devuelvo las pastillas, doctor. Por lo que acabo de oír) le hacen más falta a usted que a mí.

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