sábado, 31 de marzo de 2012

EL TRIUNFO DE TORQUEMADA


EL TRIUNFO DE TORQUEMADA
Fray Tomás de Torquemada, Inquisidor General de Aragón, Valencia y Cataluña, era descendiente de judíos conversos. Pese a ello, o tal vez por ello, estaba destinado a desempeñar un papel decisivo en la expulsión de sus hermanos de raza del territorio peninsular. La medida había sido ya sancionada en Granada, el día 31 de marzo de 1492, mediante Edicto de los Reyes Católicos. Era durísima y particularmente lesiva, a todas luces, para el equilibrio financiero del Estado. Isabel y Fernando no lo ignoraban, y así, aun después de promulgado el Edicto, vacilaban en ejecutarlo.

Por su parte, los judíos, sobrecogidos por la idea de la expatriación, decidieron jugar la última carta ante los soberanos y ofrecieron a éstos un donativo de 30.000 ducados de oro si la orden de expulsión era revocada.

Aún deliberaban los monarcas con los comisionados hebreos cuando de pronto, contra toda conveniencia, se abrió violentamente la puerta del salón de audiencias y apareció Torquemada. Venía descompuesto, lívido, inflamado de cólera. Sin reparar en excusas ni protocolos, sacó de los ropajes un crucifijo y arrojándolo sobre la mesa exclamó:

— ¡Judas Iscariote vendió a su Maestro por treinta dineros de plata! ¡Vuestras Altezas lo van a vender por treinta mil! ¡Aquí está! Tomadle y vendedle!

Y, sin más, abandonó la sala.

Sería el mayor triunfo de su carrera como Inquisidor. Impresionados por la abrupta firmeza de aquel gesto, los Reyes concluyeron por rechazar la oferta de los comisionados hebreos y la orden de exilio fue puesta en vigor.

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