viernes, 16 de marzo de 2012

EL "FRUTO" DEL ARTISTA


EL "FRUTO" DEL ARTISTA
Giovanni Battista Pergolesi había nacido en lesi (Ancona) un día de 1710. En gracia a su precocidad para la música, se le envió a Ñapóles junto al maestro Durante. Estudió con aprovechamiento y pronto, volando solo, dio al público sus primeras partituras. No tuvo suerte. Desde el primer instante, aquella música de acentos innovadores fue acogida con frialdad.

Pero Pergolesi, inasequible al desaliento, siguió componiendo y arrostrando el riesgo de estrenar. Así, en 1 735, reapareció con una ópera. Olimpiada, en el teatro Tornidore de Roma. El mismo iba a dirigir la orquesta. Tenía 25 años y toda la ilusión del mundo puesta en aquella obra. Pero la historia volvió a repetirse; desde los primeros compases el público comenzó a exteriorizar su desagrado. Menudearon los siseos, cundió el alboroto y la obra, inacabada, sucumbió finalmente entre un pateo indescriptible.

Derrumbado, Pergolesi se dejó caer junto al clavecino, cuando he aquí que, para colmo del escarnio, una naranja arrojada por algún espectador airado vino al golpear al músico en la cabeza. Sollozante, Pergolesi se agachó para recoger la naranja y la guardó.

Un año después, cuando acogido por caridad al convento franciscano de Poz-zuoli se hallaba a punto de expirar, minado por la tuberculosis, aun conservaba la naranja. Estaba resignado a su triste final, pero aun tuvo valor para sacar la naranja y mostrársela a los que le rodeaban con estas amargas palabras:

— He aquí el "fruto" de mi trabajo.

Por fortuna, se equivocaba. Siquiera a título postumo, le aguardaba la celebridad.

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