martes, 27 de marzo de 2012

DECÍAMOS AYER...


DECÍAMOS AYER...
Fray Luis de León, "el mejor blasón del habla castellana", según Quevedo, "el ingenio que al mundo espanta", al decir de Cervantes, era además hombre violento y apasionado. No dudó, pues, en enredarse con vehemencia en las disputas que agitaban la Universidad salmantina de su tiempo, con lo que se atrajo el encono de no pocos adversarios, que envidiaban por igual su talento y valentía. Amante de la lengua romance, a instancias de una religiosa tradujo al castellano El Cantar de los Cantares, pero no pudo evitar que una mano indiscreta difundiese la obra en copias manuscritas. Comoquiera que el Concilio de Trento había prohibido verter a lenguas vulgares ningún texto bíblico, a los enemigos de Fray Luis les faltó tiempo para denunciar el caso al Santo Oficio. Procesado, el día 27 de marzo de 1 572 ingresó en los calabozos de la Inquisición de Valladolid, donde permanecería por espacio de cinco años.

Aquí la envidia y mentira
me tuvieron encerrado.
¡Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado!

Así escribiría, sin ira, en los muros de la celda el infortunado agustino. Absuelto al fin de toda culpa, volvió a la cátedra. No a la primitiva, que rehusó, sino a otra que le fue señalada con la asignación anual de 200 ducados. El aula, aquel día, era un hervidero. Se aguardaba algún comentario alusivo del profesor al agravio de que había sido objeto. Pero Fray Luis chasqueó la expectación. Mansa, sosegadamente, ocupó su sitio. Después, con la misma mansedumbre, principió:

— Decíamos ayer...

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