REICHELT, EL HOMBRE QUE QUISO VOLAR |
Reichelt era un honrado artesano avecindado en París.
No podía quejarse. Las cosas —un próspero taller de sastrería— le iban
bien. Pero aquel hombre abrigaba una punzante chifladura: quería volar,
lanzarse al espacio por medio de un artilugio de su invención. Había leído lo
suyo Reichelt. Conocía muy bien el diseño trazado siglos atrás por el gran
Leonardo de Vinci con ese mismo objeto; también, sin duda, las experiencias
aerostáticas, más cercanas en el tiempo, de los hermanos Montgolfier. De todos
modos, lo suyo (lo de Reichelt) no iba precisamente por ahí. A fuer de sastre
soñaba, ni más ni menos, con un traje aerostático, no con un paracaídas
autónomo.
Manos, pues, a la obra, diseñó, cortó y vistió una y otra vez con sus
"modelos" a numerosos peleles fabricados "ex profeso" y los
arrojó desde lo alto por vía de ensayo. Tiempo perdido: los peleles no se
inflaban y, en definitiva, descendían como graves.
— Está claro —acabó razonando el inventor con ciega convicción — . Así no resulta por la sencilla razón de que éstos son muñecos y carecen de la necesaria voluntad para abrir los brazos y posibilitar con ello el despliegue de la tela. Probaré yo.
— Está claro —acabó razonando el inventor con ciega convicción — . Así no resulta por la sencilla razón de que éstos son muñecos y carecen de la necesaria voluntad para abrir los brazos y posibilitar con ello el despliegue de la tela. Probaré yo.
Decidido a intentarlo, obtuvo de la Municipalidad de París
el correspondiente permiso para arrojarse desde lo alto de la torre de Eiffel el
día 23 de febrero de 1912.
Gran expectación en la plaza a la hora convenida: siete de la mañana. A las
siete y cinco, acoplado ya en su aerostática vestimenta, el intrépido Reichelt
se lanzó al vacío. Sólo tres segundos después, no era más que un guiñapo,
un cuerpo reventado sobre los mudos adoquines de la plaza.
¿Un mártir? ¿Un loco? En todo caso, un pobre hombre que había querido volar.
¿Un mártir? ¿Un loco? En todo caso, un pobre hombre que había querido volar.
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