REENCUENTRO EN LA FAMA |
— ¡El sol que
asoma por esas cumbres será testigo del triunfo de nuestras armas!
Con estas palabras, ciertamente pro-féticas, arengaría a sus tropas la
víspera de la batalla
de Maipú "El
héroe de los Andes", José de San Martín.
Hijo de padres españoles, San Martín había venido al mundo en Yapeyú
(Argentina) el día 25 de febrero de 1778.
Trasladado con su familia a la metrópoli,
aquí se iniciaría en la carrera de las armas. Tras participar brillantemente
en numerosas acciones, al concluir la guerra de la Independencia, regresó a su
patria para sumarse al movimiento emancipador que alzaba banderas por todo el
continente.
Dejaba en España excelentes amigos. Entre ellos uno fraternal, apellidado
Aguado, en unión del cual había corrido incontables aventuras. No habían
vuelto a saber uno del otro, pero andando el tiempo, por igual encumbrados,
éste como "Libertador", aquél como banquero, fijaron ambos su
residencia en París donde ocasionalmente oyeron citar con elogio sus
respectivos apellidos.
— Es curioso —comentaría Aguado — , yo he tenido en España un compañero de armas con ese apellido...
— ¿Aguado... Aguado...? —dijo San Martín—. También tendría gracia que entre tanto Aguado como hay en España, viniese a resultar...
Y resultó. Un día, pocos después, se encontraron
para fundirse en emocionado abrazo.— Es curioso —comentaría Aguado — , yo he tenido en España un compañero de armas con ese apellido...
— ¿Aguado... Aguado...? —dijo San Martín—. También tendría gracia que entre tanto Aguado como hay en España, viniese a resultar...
— De modo que eras tú el famoso banquero Aguado —dijo San Martín.
— Ya lo ves —repuso Aguado—. Cuando no se puede ser "libertador" de medio mundo, bien puede perdonársele a uno ser banquero.
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