martes, 28 de febrero de 2012

LA HERMANA ROSALÍA


LA HERMANA ROSALÍA
Se llamaba, en el siglo, Juana María Rendu. Había sido educada en el convento de San Vicente de Paúl, y durante cincuenta años iba a consagrarse por entero al ejercicio de la caridad. Fundó un albergue gratuito para familias pobres y vivió tres momentos decisivos de la historia de Francia: la invasión de 1 81 5, el cólera de 1 832 y los sangrientos disturbios de 1848. En todos ellos se portó con heroísmo. Durante la epidemia de cólera en París, que causaba centenares de víctimas diarias, derrochó abnegación, organizando con desprecio de la vida, el servicio de ambulancias.

Al estallar en 1 848 la "revolución de Febrero", era ya popularísima en París. Sus rasgos de valor corrían de boca en boca. Una vez, ante el convento de las Hijas de la Caridad, se produjo una refriega. Cayeron varios hombres, y las monjas, por mandato de la Hermana Rosalía, abrieron las puertas para acudir en socorro de los heridos. Un oficial que huía aprovechó la circunstancia para refugiarse en el establecimiento. Pero los revoltosos, advertidos, penetraron tras él y una vez capturado se dispusieron a pasarle por las armas. Entonces, la Hermana Rosalía se arrojó a los pies del pelotón y exclamó, suplicante:

— Durante cincuenta años os he consagrado mi vida. En nombre de todo el bien que haya podido haceros, os pido la vida de este hombre.

Y aquel hombre, por los méritos de Rosalía, salvó la vida.

Cuando, a poco, Napoleón III subió al trono, uno de sus primeros actos de gobierno fue el de otorgar a la abnegada religiosa la Cruz de la Legión de Honor. Lo hizo por decreto de 28 de febrero de 1 852. Al enterarse, la Hermana Rosalía padeció tanto en su modestia que incluso hubo de guardar cama durante algunos días. Finalmente, comentaría con gracejo:

— A este paso, pronto las Hermanas de la Caridad llevarán plumas en sus tocas.

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