lunes, 27 de febrero de 2012

EL INCENDIO DEL REICHSTAG


EL INCENDIO DEL REICHSTAG
En la tarde del 27 de febrero de 1 933, el soberbio edificio del Reichstag — sede de la cámara parlamentaria de la vieja Alemania— comenzó a arder. Fulminante, voracísimo, el fuego tiñó de rojos resplandores el plácido crepúsculo berlinés. La conmoción se apoderó de la calle. Entre las llamas del edificio siniestrado se vio correr a un hombre semi-desnudo. Le capturaron. ¿Quién era? Se supo en seguida. Un holandés, Marius van der Lubbe, comunista de fila, borrachín y pirómano convicto.

Sólo una hora después se hacía público el comunicado oficial: "Los comunistas han incendiado el Reichstag". Más que suficiente para que, al dictado de Hitler, el viejo presidente Hindemburg decretase la supresión definitiva del partido comunista y la suspensión indefinida de todos los derechos civiles.

Con ello, en suma, el nazismo afirmaba su omnipotencia política sobre Alemania y se preparaba para la gran aventura hegemónica emprendida en 1939. Sobrevino la guerra, llegó la paz, y un día, doce años después, los responsables de la hecatombe bélica hubieron de responder de sus crímenes ante el Tribunal de Nuremberg. Entre ellos se hallaba Goering, ex mariscal del Aire y presidente, cuando el incencio, del Reichs-tag. De improviso, Jackson, el fiscal norteamericano, sorprendió a Goering con esta pregunta:

— ¿Fue usted el responsable del incendio del Reichstag?

Goering, aturdido, negó airadamente. Entonces, a una señal de Jackson, el general Franz Halder, antiguo Jefe del Estado Mayor Alemán, se levantó para decir:

— Sí. En 1 942, el día del cumpleaños del Führer, cuando a la hora del almuerzo se conversaba frivolamente acerca del destruido Reischtag, Goering interrumpió la conversación para afirmar con arrogancia: "Yo soy el único que sabe algo del Reichstag, puesto que fui yo quien lo incendió".

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