miércoles, 15 de febrero de 2012

EL ÚLTIMO EMPERADOR DE LOS AZTECAS


EL ÚLTIMO EMPERADOR DE LOS AZTECAS
Guatimozín, sobrino del infortunado Moctezuma, era un mozo arrogante y valeroso que subió al trono tras la muerte prematura, por viruelas, de Cuittaa-huac. Para entonces, las huestes de Cortés, repuestas del desastre de la Noche Triste, ponían sitio a la lacustre capital del Imperio, Tenochticlán, en una operación anfibia de memorable genio militar. Dirigidos por Guatimozín, los aztecas se defendieron con indomable coraje durante 85 días, y cuando al cabo, aplastada toda resistencia, los españoles entraron en la ciudad, apenas si hallaron otra cosa que cadáveres y moribundos.

Uno de los supervivientes era Guatimozín, que fue apresado. Al ser conducido ante Cortés, puso la mano sobre el puñal y pidió al caudillo español:

— ¡Atraviésame con él!

Impresionado por aquel gesto numan-tino, Cortés le hizo merced de la vida, pero poco después, a instancias del tesorero real, Julián de Alderete, consintió en que fuese sometido a tormento para arrancarle el secreto de los tesoros reales. Junto con su ministro de finanzas, Guatimozín fue tendido sobre un lecho de tizones y soportó impávidamente el suplicio. No así el ministro, que dio señales de ceder, quejándose del horrible sufrimiento.

— ¿Acaso crees que yo —le dijo Guatimozín— estoy en un lecho de rosas?

Aquel nuevo rasgo de valor le devolvió la confianza de Cortés, quien resolvió llevarle consigo a Guatemala. Pero el infortunio perseguía al valeroso guerrero. Ya de camino, fue acusado de supuestas maquinaciones contra los españoles, y Hernán Cortés, no sin pesar, ordenó que fuese ahorcado en la rama de una ceiba.

Era el día 15 de febrero de 1525.

No hay comentarios:

Publicar un comentario