miércoles, 4 de enero de 2012

MUERTE DE PÉREZ GALDOS



MUERTE DE PÉREZ GALDOS
Este día perdió España a su novelista más insigne después de Cervantes. Apenas un año había transcurrido desde que Madrid, por iniciativa popular, le erigiera en el Retiro una estatua sedente. Fue aquella una jornada memorable. Lo más distinguido de la intelectualidad española había acudido al acto. El propio escritor, ciego ya, asistió también, aunque no pudo sino palpar en silencio la piedra esculpida por Vitorio Macho.

Genial y fecundísimo, Pérez Galdós era, o se decía, republicano. Incluso había llegado a ostentar el acta de diputado a Cortes por esa facción. Pero lo cierto es que no profesaba el menor apego por la cosa pública y muy poco, o ninguno, por sus correligionarios. A este respecto, una vez llegó a decir graciosamente:
Yo no digo que todos los republicanos sean mendigos, pero sí afirmo que todos los mendigos son republicanos.

Cuando supo que el rey Alfonso XIII, contra lo que se esperaba, no había acudido al acto del Retiro, se mostró desencantado. Y como alguien, para consolarle, apuntase que poco significado podría tener aquella ausencia para un republicano como él, el novelista saltó con viveza:

— ¡Qué republicano ni que ocho cuartos! Yo admiro a don Alfonso porque es un mozo muy resuelto, muy valeroso y muy español.

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