lunes, 9 de enero de 2012

EL DRAGÓN DEL MAR



EL DRAGÓN DEL MAR
John Hawkins-, contralmirante en corso de Su Graciosa Majestad Británica, tenía un pariente aventajado. Francis Drake se llamaba. A los 18 años ya mandaba barco propio. Y con tal éxito que la reina, entusiasmada, le confió el mando de una flota para que ejerciese por libre su oficio de corsario. Oficialmente no era España el objetivo de Drake. Pero de hecho lo fue. Porque Drake odiaba a España. Odiaba su poderío y su riqueza.Ya había saqueado con fortuna el litoral antillano, y ahora puso proa al Atlántico sur. Se internó en el estrecho de Magallanes y, empujado por el temporal, salió al Pacífico. Sólo su buque, el Pelícano, había sobrevivido a la travesía, pero le bastó para saquear vandálicamente el desguarnecido litoral chileno-peruano. Así, de presa en presa, llegó hasta California. Desde allí, harto de botín, puso rumbo a Oceanía y a través del cabo de Buena Esperanza, como 52 años antes lo hiciera Elcano, regresó a Europa.

Hasta la reina salió a recibirle. Comió a bordo con él y no tuvo empacho en enoblecerle con el título de baronet.

Ya era para todos el Dragón del Mar cuando vino a España para espiar los preparativos de la Armada Invencible. Con osadía inaudita, entró en Cádiz, incendió 1 8 buques y apresó otros seis. Aun volvería otra vez, ahora con el encargo de apoyar en Portugal al pretendiente, el prior de Crato. Atacó La Coruña, pero allí, merced al heroísmo de los defensores, acaudillados por María Pita, la estrella del corsario comenzó a palidecer. Por fin, seis años después, ante las defensas de Panamá, conoció por primera vez el sabor de la derrota. Pero fue la fiebre, según unos, o el veneno, según otros, lo que finalmente le abatió el día 9 de enero de 1 595. Sea como quiera, España aquel día respiró con alivio.

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