martes, 10 de enero de 2012

ADIÓS AL ÍDOLO DE LA PRADERA


ADIÓS AL ÍDOLO DE LA PRADERA
Aun cuando Europa vivía por entonces acongojada por el espectro de la guerra, un despacho cablegráfico, llegado del otro lado del Atlántico, conmovió aquel día el corazón de las multitudes: en Denver (Colorado), el célebre caballista Buffalo Bill (William Frederick Cody) había dejado de existir.

No era para menos: el cine y la literatura de cordel habían hecho de este hombre una criatura legendaria, uno de esos raros personajes a caballo entre la realidad y el mito. Apenas con catorce años, William Frederick Cody había trabajado en las minas del Colorado; después, como correo, en la Pony Express Company. Durante la guerra civil había sido escucha en la frontera occidental, y en 1 867, al servicio ahora de la Compañía ferroviaria Kansas Pacific como proveedor de carne, llegó a sacrificar, en 8 meses 4.280 búfalos tremendo holocausto que le valdría el sobrenombre de Buffalo Bill con que le conocía todo el mundo. Durante la guerra contra los sioux y los cheyenes, pasó de nuevo, en calidad de escucha, al servicio del Ejército y por entonces, en singular combate, consiguió dar muerte al gran jefe cheyene Mano Amarilla.

Toda esta suma de proezas y su dedicación, por último, a las exhibiciones circenses, con temas del indómito Oeste, acabaron por convertirle en ídolo de las muchedumbres del mundo entero.

Al morir, lejos de desvanecerse, su fama se agigantó. Y como digno broche, fue sepultado en una tumba excavada con dinamita en la Montaña del Vigía, cerca de Denver, su ciudad natal.

No hay comentarios:

Publicar un comentario