viernes, 27 de abril de 2012

EL CELO FATAL DEL MAYORDOMO


EL CELO FATAL DEL MAYORDOMO
Vatel era el responsable doméstico de los poderosos príncipes de Conde. Nada escapaba a su ardentísimo celo de "controlador general" de la regia casa. Se cuidaba de todo y muy especialmente de los asuntos de la cocina.

En cierta ocasión el monarca reinante, Luis XIV, prometió honrar con su presencia durante una jornada el castillo de Chantilly, residencia campestre de los Conde. 

Prevenido, Vatel tomó como siempre las disposiciones pertinentes, y cuando el 26 de abril se presentó el monarca acompañado de su séquito, todo estaba fastuosamente dispuesto en el jardín para regalo de los visitantes.

La preparación del banquete había costado la friolera de 300.000 francos; con todo y con eso, para horror de Vatel, debido al imprevisto número de comensales el asado resultó insuficiente.

¡Santo Dios! —se dijo—. ¡Y mañana, vigilia! ¿Cómo allegar, con tal premura, la necesaria provisión de pescado, cuando para mayor calamidad algunos proveedores le habían fallado? El conflicto le hizo perder la cabeza.

— ¡No podré sobrevivir a tanta desgracia! — exclamó—. ¡Mi honra y mi reputación están perdidas!

Acometido por un acceso demencial, desenvainó la espada, ajustó la empuñadura en el quicio de una puerta y por tres veces se arrojó sobre la hoja hasta caer, examine, en un charco de sangre.

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