DUELO ENTRE ASTUTOS |
El choque,
ocurrido en Ravenna el día 11 de abril de 1512, iba a ser el más empeñado y
sangriento de cuantos
se libraron en Italia. Y si los españoles,
forzados a retroceder, dejaron sobre el campo 7.000 bajas, no fueron menos las
del adversario, que perdió hasta dieciséis banderas y a su propio general en
jefe, Gastón de Foix, duque de Nemours. Por lo demás, el objetivo primordial
del rey de Francia, deponer al Pontífice, resultó frustrado.
El balance, pues, era incierto y las espadas quedaban en alto. De modo que
cuando los cortesanos galos, concluida la batalla, se dirigieron a su soberano
para felicitarle, éste, que era hombre de afiladas ocurrencias, les despachó
diciendo:
— Desead semejantes victorias a mis enemigos.
Algún tiempo después se consumaba la conquista de Ñapóles por los ejércitos de su eterno rival, el rey Católico de Castilla. Entonces Luis comentaría de nuevo, con mal reprimida cólera:
— ¡Dos veces me ha engañado ese bribón!
A lo que Fernando, cuando lo supo, habría de apostillar cazurramente:
— Miente el bellaco, que más de diez veces le he burlado, y él lo sabe muy bien.
— Desead semejantes victorias a mis enemigos.
Algún tiempo después se consumaba la conquista de Ñapóles por los ejércitos de su eterno rival, el rey Católico de Castilla. Entonces Luis comentaría de nuevo, con mal reprimida cólera:
— ¡Dos veces me ha engañado ese bribón!
A lo que Fernando, cuando lo supo, habría de apostillar cazurramente:
— Miente el bellaco, que más de diez veces le he burlado, y él lo sabe muy bien.
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